domingo, 23 de mayo de 2010

EL VASCO DE LA CARRETILLA

No sabemos nunca lo que el destino nos puede deparar, Guillermo Larregui, escogió el suyo, este artículo ha sido extraído literalmente de internet, vale la pena conocer la historia de Guillermo Larregui, conocido como EL VASCO DE LA CARRETILLA por haber realizado tan fabulosa hazaña, mi agradeciemiento a quien me lo descubrió, uno nunca sabe lo que la tenacidad del ser humano es capaz de conseguir, por eso es bien cierto que nunca hay que abandonar nuestros sueños por más difíciles que nos parezcan, porque creer en uno mismo puede hacer igual que Guillermo Larregui que alcancemos la meta de nuestro destino.


En el lejano Parque Nacional de Iguazú consideran al pamplonés Guillermo Larregui como pionero del turismo en aquella región argentina. Nos acercamos hoy a su vida de aventurero, con la que se ganó el sobrenombre de 'El vasco de la carretilla'




Guillermo Larregui, con su célebre carretilla.

Guillermo Isidoro Larregui Ugarte es su identidad. Probablemente, ni en Pamplona ni en toda Navarra, a nadie le diga nada este nombre. Su memoria fue salvaguardada en buena medida gracias al libro que en el 2001 le dedicó el periodista bilbaino Txema Urrutia, editado por Txalaparta, y al excelente documental que posteriormente hizo de él Euskal Telebista. Aún y todo, Guillermo Larregui está muy lejos de alcanzar en su ciudad natal las cotas de popularidad que todavía hoy tiene en Argentina y en buena parte de Sudamérica.


Este pamplonés, nacido en 1885 en el barrio de la Rochapea, emigró en su día a Argentina. Allá se hizo famoso a causa de una insólita apuesta, a resultado de la cual recorrió andando algo más de 3400 kilómetros, desde la Patagonia hasta la ciudad de Buenos Aires, empujando una carretilla tan insólita como él. Su aventura, a la que siguieron otras, fue muy sonada, generando a su paso una gran expectación, tanto de público como de medios de comunicación, que rápidamente le bautizaron y le inmortalizaron con el sobrenombre de "el vasco de la carretilla". Hoy, su nombre y su figura, son todo un símbolo de promoción turística en Argentina, y de forma muy especial en el Parque Nacional de Iguazú, que es donde murió en 1964.

Emigrante Guillermo Larregui, como queda dicho, nació en Pamplona un 27 de noviembre de 1885 en el barrio de la Rochapea. Desconocemos las causas que le llevaron a cruzar el charco; tal vez por razones familiares, tal vez por necesidad, o tal vez por una combinación de ambas razones; lo cierto es que con sólo quince años de edad dejó atrás a su Pamplona natal y emigró a Argentina, llegando a Buenos Aires en 1900.

Inicialmente trabajó como marino -en algo se tenía que notar el haber nacido junto al río Arga-, hasta que el destino le hizo trasladar su residencia nada menos que a la Patagonia en donde trabajó, en Cerro Bagual (Santa Cruz) en una multinacional petrolera hasta el año 1935. Dicen, y seguro que es verdad, que era muy buen trabajador y muy buena persona.


Precisamente, ese año de 1935, estando en una reunión informal con varios amigos hizo con ellos una apuesta. Ya se sabe, la clásica fanfarronada. Pero que cambió su vida y lo convirtió en uno de los personajes más excéntricos y famosos de toda Argentina. "Nos hallábamos reunidos con varios amigos, comentando los récords deportivos -narraba posteriormente él al rotativo argentino Ecos Diarios-; yo les decía que no siempre el ruido que se hace en torno a una prueba deportiva guarda relación con el esfuerzo" . Y llegado a este punto de la conversación es cuando se echa el farol: "yo me animaría a cruzar toda la Patagonia a pie y a ir hasta Buenos Aires con una carretilla con 199 kilos de peso; si los norteamericanos son capaces de batir todos los récords, ¿porqué no los podemos batir nosotros?" .

Aquellos amigos argentinos no sabían hasta donde puede llegar un navarro, o un vasco, si le dices "¡a que no eres capaz!" . De hecho, uno de sus amigos, ni corto ni perezoso, le plantó al de la Rochapea una carretilla delante. La sorpresa vino cuando Guillermo Larregui tomó la carretilla e inició la andadura. Era el 25 de marzo de 1935.

Aquél fue tan solo el primero de los cuatro grandes viajes que llegó a hacer en su vida arrastrando su carretilla. Tal y como prometió recorrió mas de tres mil kilómetros hasta llegar a Buenos Aires. Su segunda expedición, entre los años 1936 y 1938, fue desde Coronel Pringles hasta la frontera de Bolivia. En 1940 marchó desde Villa María (Córdoba) hasta Santiago de Chile, a donde llegó un año después. Y el último viaje del vasco de la carretilla comenzó en 1943, terminando en las Cataratas de Iguazú en 1949. Fueron en total más de 20000 kilómetros.

Tenacidad Algunos creían ver en él a un loco, pero eso era algo que nunca le importó. Guillermo Larregui quiso demostrar, ciertamente, que los norteamericanos no tenían la exclusiva de los récords; pero a la vez, detrás de su gesta había toda una lección de humanidad. Tenacidad y voluntad eran dos valores que empleó "el vasco de la carretilla" para decirnos que con ellos todo se puede, que en esta vida hay que tener arrojo y decisión si algo se quiere conseguir.

Cuando empezó a andar en 1935 todos estaban pendientes de él. Se corría la voz de ciudad en ciudad anunciando su llegada, y lo que veían era una lección de vida y de constancia, un hombre fiel a su palabra. Fueron estos valores los que le hicieron seguir su camino como si nada pasase cuando, cerca ya Chubut, se le congeló el pie. Conoció Guillermo la mofa y el desprecio, pero conoció también el gesto solidario y la mano amiga; y esto segundo valía mucho más que lo primero.

Su propia carretilla era toda una lección de economía y de austeridad, con caja de herramientas, cocina, fregadera, etc. Realmente no se necesitaba más para vivir; eran muchos los que no alcanzaban a tener ni tan siquiera eso.


Palabra, tesón, hombría, fortaleza física y espiritual, y… una carretilla, ese era su equipaje.

De la risa inicial se pasó a la expectación, y finalmente al reconocimiento. De hecho, su llegada a Buenos Aires el 25 de mayo de 1936, víspera del Día de la Patria, sirvió para que los porteños se echasen a la calle para recibirle, para ovacionarle, y para admirarle. Guillermo Larregui, agradecido ante tan sorprendente y multitudinario recibimiento donó la carretilla con sus enseres de viaje al entonces Museo de Luján, dirigido entonces por el historiador Enrique Udaondo.

Fue entonces cuando "el vasco de la carretilla" tomó verdadera conciencia de los valores que simbolizaba y que estaba transmitiendo a la sociedad argentina. Y, ni corto ni perezoso, se compró otra carretilla, y dirigió sus pasos hacia Tucumán, y luego Mendoza, e incluso atravesó los Andes, y no paró hasta llegar a Santiago de Chile. Embajador de una raza, de una sangre, y de unos valores. Y allí, en Santiago de Chile, de nuevo donó la carretilla; en esta ocasión a un vasco, a Pedro Arregui.


Y de Chile a Bolivia, siempre a pie, siempre con carretilla, uniendo tierras de vasconavarros; recordando que Necochea fue fundada por un navarro; y que la nación boliviana fue forjada por otro navarro; y que él, rochapeano, también estaba haciendo historia en aquél continente.

Inició su regresó por Iguazú, y fue allí donde quedó prendado de la belleza de aquél entorno. Allí fijó su residencia definitiva, en una casa hecha a base de hojalatas multicolores, dedicándose durante años a enseñar la zona y contar sus viajes y sus anécdotas de trotamundos; y allí murió quince años después. Era el 9 de junio de 1964.
Murió en aquella tierra que dejó de llamarle loco; murió en aquella tierra que entendió su filosofía de vida que él resumía muy bien: "nadie me podrá quitar la dicha de ser dueño de mi propio destino" ; y murió en una tierra, rojiza, la misma que fue mil veces pisada por este Quijote de una rueda.

Un monumento le recuerda hoy en Santa Cruz, Patagonia; una fundación vasca lleva su nombre en Argentina; una plaza pública lleva su nombre en Puerto Iguazú; y mil detalles más de reconocimiento hacia su persona se jalonan a lo largo de miles de kilómetros del cono sur.


Sirva este reportaje para homenajear a este pamplonés, para recordarle, para dar a conocer su historia, para doblegarse ante su gesta y ante su filosofía de vida, y para proclamar que los valores que guiaban sus pasos hoy deben de estar más presentes que nunca. Finalizo con el título del documental que Roberto Arizmendi le dedicó a Guillermo Larregui en Argentina: ¡Gora vasco! .
SILENCIAMOS DEEZER PARA VER UN PEDACITO DE LA PELICULA:



Este artículo ha sido extraído literalmente de internet.

20 comentarios:

Juan Escribano Valero dijo...

Hola Campanita: No conocia la historia del Vasco de la Carretilla, que no era vasco, sino navarro. Gracias por ese descubrimiento, parece increible.
Un fuerte abrazo

peponita y venus dijo...

Hola! qué historia tan emocionante y qué hombre tan valiente, ya no sólo por la época de la que se tratraba sino también por las condiciones de esos viajes. Me he enganchado desde el principio, gracias!!...no sé por qué me he acordado de los espárragos de la carretilla, que no creo que tenga que ver. Un beso

América dijo...

Campanita.

Un gusto leerte nuevamente guapa,la verdad es que agradezco en lo personal la historia de este hombre tan emprendedor e inquieto,de no ser por ti jamas hubiese dado con la historia.

Un espíritu indomable y libre su proeza queda para la historia y está muy bien recordarla,nos habla de constancia y de logros.

La música ...ESE tango es fabuloso.

Felicitaciones.

Un fuerte abrazo.

Juan Escribano Valero dijo...

Hola Campanita: he vuelto para leer por segunda vez el "VASCO DE LA CARRETILLA".
Que tengas un feliz domingo .Un fuerte abrazo

Unknown dijo...

Conocía la historia de este hombre de garra y corazón grande querida Campanita.

Bien decís
el ser humano a veces no tiene la total dimensión de hasta donde puede llegar con su fuerza de voluntad y su temple.

vale decir en este momento...

te dejo una carretilla cargada de buenos deseos querida Amiga y
un abrazo bien fuerte desde un un frío Buenos aires.
Que tengas una hermosa semana!!!
besos

Adal

Campanita de BarZaires dijo...

Juan escribano, es siempre una gran alegria encontrarte, eso hace además que como un imán acuda a disfrutar de tu blog.
Gracias siempre por tus palabras.
Un beso muy grande.

Campanita de BarZaires dijo...

Peponita, que alegría encontrarte, me has hechoreir mucho con lo de los espárragos, la verdad es que la foto se parece pero no creo que tenga nada que ver, sólo casualidad pero si que me lo has hecho recordar.
Un besito enorme mi niña.

Campanita de BarZaires dijo...

América, me alegro de verte aqui siempre es un lujo, y además he pasado por tu espacio flamenco y tal comop he puesto en mi comentario, no tengo palabras, es todo un arte, lo escrito, lo que transmites, los audios, con la voz de Susana, tu blog derrama arte por doquier, y esto sólo es posible, desde la sensibilidad que tu misma transmites.
Un beso y un abrazo enormes y gracias por todo lo que compartes.

Campanita de BarZaires dijo...

Gracias de nuevo Juan, feliz domingo para ti también.
Un besito grande.

Campanita de BarZaires dijo...

Mi querido amigo Adal,
Me da mucha alegría siempre que te encuentro, gracias por esa carretilla llena de buenos deseos, pronto voy a poner un post que algo de futbol tiene que ver espero que te guste, no es el Bocca Juniors, pero es una mezcla pequeñita de tango y futbol.

Gracias amigo tus palabras son siempre muy alentadoras y llenas de cariño.
Un beso y un abrazo muy grandes desde el otro lado.

La Gata Coqueta dijo...

Llego yo y que se note, tirándote solo un poquito de las orejitas...

Ya hace días que te he visto por los blogs, pero como te fuiste sin mediar palabra, creía que te habías enfadado por algo que yo hiciese e ignorase, después de la relación que teníamos bastante asidua.
Y ten por seguro que si no entras en casa yo no contaba pisar por aquí.

Pero en vista de lo cual todo esta solventado, y además me hace mucha ilusión encontrar tu logo otra vez por la gatera y sabes que soy demasiado sincera para todo igualmente...

De este comentario ya me voy despidiendo porque voy a pasar con el que estoy visitando a tod@s los amig@s esta semana para dejártelo también.

Un abrazo de rosas para que perfumen tus aposentos.

Esta que te aprecia...

María del Carmen

La Gata Coqueta dijo...

Con sentido aprecio
para; mi amiga del alma que lleva por nombre Campanita de BarZaires...

De regreso

Lo prometido
hay que continuarlo...
Mis huellas te acerco
como antes de partir

En ellas traigo
aromas de un mar bravío
que en el norte se ha quedado
apenado al decirle adiós

Su brisa me llama
y las gotas de batidas olas
que en mi cara se posaron
susurran...
que me sigue esperando

La luna, su eterna amante
con esmerada ternura
en compañía de luceros
van guiando el camino
que me acercan a tu espacio...

Ellos saben que no te olvidé
cuando era poseída por su belleza
tu estabas en mi pensamiento...
por el afecto que siempre
me has demostrado.

María del Carmen

Campanita de BarZaires dijo...

¡Hola gatita!
No me fui sin mediar palabra, simplemente que hay momentos en los que no se puede hacer siempre lo que uno quiere, ponia en el blog post en los que me dirigia a todos en general, ahora estoy intentando ponerme al día y entonces entro en cada uno de vuestros blogs a nivel particular, no estar no significa no acordarse de la gente, a la gente se la lleva en el corazón y es un lugar en el que una vez se entra ya no se sale.
Un millón de gracias por tu preciosa poesía, un miles de besos con cariño y de todo corazón.

Susana Peiró dijo...

Querida Amiga:

Debería estar acostumbrada a tus agradables sorpresas, pero toda vez es emoción por distintas razones.

Ciertamente conocía la historia del vasco, aunque los detalles se me escapaban de la memoria. Es un precioso relato y revelador del espíritu de los inmigrantes en Argentina.

Trabajo y tesón, confianza y una bendita testarudez como la de este personaje, hicieron posible mi Patria.

Sólo imaginar las terribles y bajísimas temperaturas que soportó el Vasco, las malas rutas (o huellas en muchos casos) de la época, los vientos del sur de Argentina que "liman" los rostros y las manos y en fin, los incontables obstáculos con los que tropezó, suman dimensiones a esa aventura inicial y mejor ni pensar en las otras!

Una vez más MUCHAS GRACIAS por difundir en tu espacio, estos hilos de historia que nos unen una y otra vez. Porque tu tierra y la mía han sabido ser una sola, a pesar del charco que tenemos en el medio. Y Vos Querida Amiga, tenés un corazón grandote cuya mitad, sabemos, late en argentino.

Preciosa entrada mi Bella Campanita!

Un fortísimo Abrazo con todo cariño guapa!!!!

Norber dijo...

Hola Campanita!,
Que interesante la historia de este vasco. En Marzo volviendo de un largo recorrido por la Patagonia Austral, lei el pequeño libro de Patricia Halvorsen "El Vasco de la carretilla", de Ed. Dunken. Incluso tiene esas fotos publicadas y algunas mas. Lo recomiendo.
Un abrazo.
Norber.

Campanita de BarZaires dijo...

Susana mi querida amiga, gracias por tu comentario que siempre es un lujo de detalle, son post llenos de cariño y esa forma tuya tan especial de comentar que llega al corazón.

Cuanto me alegra de verte por aqui, si realmente la hazaña de este hombre y tesón no tiene precio, y leyendo su historia anima a no decaer por pequeñas cosas que a veces se nos hacen un mundo.

Gracias amiga, tenerte cerquita es un placer, y la distancia y los kms. se hacen cortos cuando el cariño es grande.

un beso enorme y me escapo a tu espacio.

Campanita de BarZaires dijo...

¡Hola Norber!
Que alegría tener tus noticias, me encanta esos viajes que haces y considero una suerte estar cerquita de esa maravillosa tierra llena de espacios naturales tan fantásticos y de ensueño como para perderse en ellos.
Un beso enorme.

Campanita de BarZaires dijo...

¡Hola gatita!
Gracias de nuevo por llenar este espacio, con tus poesias y tus palabras de cariño, fuen fin de semana con el mejor de mis deseos y desde el corazón.
Un beso muy grande.

Franziska dijo...

Hace tiempo que ando despistada de tus aportaciones, que no sé nada de tí. Mis silencios son frecuentes y mis apariciones sólo el aviso de que en septiembre volveré a parar.

No dejo de sentirme admirada ante el trabajo que eres capaz de desarrollar, minucioso y realizado con el mayor esmero, hay amor en todo lo que haces y yo creo que si no fuera así, no lo harías.

La historia del vasco de la carretilla me ha emocionado. Es una historia increíble que muestra a un ser humano fuera de lo normal.
A medida que avanzaba en la narración que nos has ofrecido, vivía con el personaje, con las inclemencias del tiempo, con sus penurias para refugiarse durante las noches, con sus dificultades para obtener agua y alimentos pero también con la multitud de manos que lo acogieron que le brindaron su afecto y su ayuda. Tuvo que ser una experiencia maravillosa y que no tuvo nada de extraño que la quisiera convertir en un modo de vida. Me lo imagino como un hombre al que la soledad hacía grata compañía era su propia compañía de la que disfrutaba tanto como de los demás. Mencionas que se ha escrito un libro, lo buscaré para leerlo. Un abrazo con todo mi afecto.

Unknown dijo...

Algunos (bastantes) navarros somos vascos